En alguna ocasión he escrito en este mismo blog sobre la capacidad que tenemos los entrenadores al desorden. En muchas ocasiones empezamos los entrenamientos con mucho ruido en el exterior, con jugadores que dejan el entrenamiento y nosotros que empezamos a hacerlo. En ese intervalo, entre los que se van y los entran, puede que sea un pequeño caos el que tenemos enfrente.
Lo que yo quiero enfatizar en esta entrenada es la capacidad del entrenador a soportar ese pequeño (gran) desorden, el entrenador debe de aislarse de todo lo que sucede fuera del campo y empezar el entrenamiento con ciertas garantías. Hay compañeros que soportan ese ruido con cierta coherencia, pero algunos otros que empiezan a chillar y a maldecir todo lo que se le cruza por en medio.
Hay que ser consecuente con la situación y saber lo que se quiere conseguir en esos primeros minutos. Lo principal es calentar y preparar el cuerpo para el esfuerzo, también se quiere preparar la mente para el entrenamiento, pero si las circunstancias no permite la concentración para empezar el entrenamiento, si se hace unos minutos después creo que no pasa nada.
Lo que yo quiero enfatizar en esta entrenada es la capacidad del entrenador a soportar ese pequeño (gran) desorden, el entrenador debe de aislarse de todo lo que sucede fuera del campo y empezar el entrenamiento con ciertas garantías. Hay compañeros que soportan ese ruido con cierta coherencia, pero algunos otros que empiezan a chillar y a maldecir todo lo que se le cruza por en medio.
Hay que ser consecuente con la situación y saber lo que se quiere conseguir en esos primeros minutos. Lo principal es calentar y preparar el cuerpo para el esfuerzo, también se quiere preparar la mente para el entrenamiento, pero si las circunstancias no permite la concentración para empezar el entrenamiento, si se hace unos minutos después creo que no pasa nada.
Yo quiero ir más allá y quiero exponer las diferentes opciones para que penséis que clase de entrenadores sois, cuando en los entrenamientos los jugadores no vienen con el día y después del agua o de cualquier ejercicio, empiezan a tirar a canasta, empiezan a pelearse de broma, los ves hablando entre ellos, cogen balones lejanos cuando los llamas, etc. Yo le llamo eso el nivel de tolerancia al desorden en donde el entrenador debe seguir sereno y centrado y centrar a los jugadores de nuevo para el entrenamiento. Hay entrenadores que lo hacen a base de gritos y de "me cago en la puta h....." hay quien siguen el entrenamiento como si estuvieran ya concentrados y hay otros que llama al orden con buenas palabras y gestos.
El cuerpo te pide los primero, cagarte en todo y centrar a todo el mundo al segundo siguiente, pero hay que pensar que no pueden estar concentrados los 90 ó 120 minutos que dura el entrenamiento, deben de poder liberar la tensión acumulada. Los entrenadores llamados duros tienen ese nivel del que hablo muy bajo y les gusta mucho escucharse pegando alaridos, los blanditos no dicen nada y siguen entrenando como si nada pasara y los intermedios pues dicen algo pero de buenas maneras. Lo que ocurre es que hay blanditos que son muy buenos entrenadores y hay entrenadores duros que son pésimos. Hay veces que los intermedios llevan sus equipos con mucha coherencia y equilibrio y en otros casos los entrenadores duros a pesar de su alto nivel de crispación sacan lo mejor de sus jugadores.
El cuerpo te pide los primero, cagarte en todo y centrar a todo el mundo al segundo siguiente, pero hay que pensar que no pueden estar concentrados los 90 ó 120 minutos que dura el entrenamiento, deben de poder liberar la tensión acumulada. Los entrenadores llamados duros tienen ese nivel del que hablo muy bajo y les gusta mucho escucharse pegando alaridos, los blanditos no dicen nada y siguen entrenando como si nada pasara y los intermedios pues dicen algo pero de buenas maneras. Lo que ocurre es que hay blanditos que son muy buenos entrenadores y hay entrenadores duros que son pésimos. Hay veces que los intermedios llevan sus equipos con mucha coherencia y equilibrio y en otros casos los entrenadores duros a pesar de su alto nivel de crispación sacan lo mejor de sus jugadores.