Siempre que me llega un articulo sobre los árbitros intento difundirlo lo máximo posible, éste en concreto está publicado en la página
http://www.efdeportes.com habla sobre los valores que un árbitro es capaz de difundir con sus acciones. Espero sea útil para los propios árbitros y para todos.
Introducción
Hoy en la formación integral del joven atleta existe una trilogía in separable familia, entrenador y arbitro, trataremos de destacar las bondades que nos brindan los árbitros en la formación en valores por su modo de actuación como educador de las nuevas generaciones
Es inconcebible que la actividad arbitral como parte insubstituible de la actividad deportiva haya experimentado una cierta mejora en los ámbitos deportivos y sociales, aunque probablemente todavía se encuentra a un rango inferior de consideración social respecto a otros colectivos deportivos como puedan ser los jugadores, entrenadores o directivos.
En cierta manera, este hecho viene dado por la actividad intrínseca del arbitraje: juzgar, decidir. Esas decisiones significan también sancionar y por tanto, dotadas como suelen estarlo por elementos subjetivos compuestos por el propio conocimiento de las reglas de juego.
Esto explica que, en una sociedad extremadamente competitiva que, generalmente, premia la victoria, el éxito, la posesión de dinero por encima de otros valores como la participación, la colaboración para lograr mejor calidad de vida y recreación sana para practicantes y espectadores, la figura arbitral sirva de fácil excusa a la hora de justificar los propios errores.
He aquí, en cierta manera, parte de la grandeza del árbitro: debe desarrollar una labor de juicio que en ocasiones resulta insuficiente en la labor educativa sin perder el equilibrio que le permita sobreponerse a esas influencias interna y externas que propicia el juego de baloncesto.
En resumidas cuentas, el objetivo fundamental de un árbitro en cualquier deporte es ejercer y mantener el control del partido por medio de la aplicación práctica del sentido de justicia incluido en las reglas de juego.
No así el árbitro en nuestra sociedad que como pedagogo atiende de forma priorizada la formación de los atletas y ciudadanos, pero en este proceso se ocupa no solamente de proporcionar valores en el cumplimiento del reglamento del juego en la interpretación de la filosofía ventaja -desventaja.
De acuerdo con esto, el problema de los valores y su formación es también esencialmente un problema pedagógico; la educación de la personalidad del hombre, como proceso organizado, dirigido y consciente constituye el objeto de las ciencias pedagógicas. La educación materializa a través del proceso educativo la formación integral del hombre, los valores que debe asumir, encauzando, este proceso en correspondencia con los objetivos a los que aspira la sociedad. Los valores son contenidos de la educación.
Como podemos apreciar no se encuentra reflejada la participación del árbitro en el proceso pedagógico si la vinculación formativa no es absoluto de los entrenadores, familia y directivo el árbitro es un eslabón fundamental ya que con su modo de actuación es ejemplo de ante la sociedad.
Objetivos formativos o educativos en el deporte y en especial en los árbitros esta dirigido a lograr transformaciones trascendentes en al personalidad los atletas en la medida que atienda el aspecto motivacional-afectivo como base del proceso de educación en valores reflejando el encargo social de la actividad especifica que posibilite construir y transmitir su cultura integral general.
En el caso de los árbitros de baloncesto implica la unidad dialéctica entre los aspectos cognitivos y afectivos de modo que los conocimientos, hábitos, habilidades y capacidades formados se construyan sobre al base de relaciones significativas en el momento de impartir justicia posibilitando la autorregulación de los atletas, entrenadores, directivos y espectadores a las motivaciones fundamentalmente intrínsecas.
El proceso de la educación en valores esta ligado a la actividad pedagógica cuyo fundamento y método radica en la filosofía y esta no tendrá éxito si desconoce las motivaciones, necesidades intereses del educando como un ser activo del proceso, pues la función de todo educador va encaminada al desarrollo integral de la personalidad.
Para enfrentar los retos del baloncesto, el árbitro, actor fundamental del cumplimiento de las normas y reglas del deporte, debe educarse según los valores que sustente la sociedad en que vive, solo así podrá dar continuidad a lo logrado por ella y transformar con su actuación, todo aquello que vaya en contra del espíritu del juego limpio.
El enfoque del problema, en las complejísimas condiciones del desarrollo actual de la sociedad cubana nos advierte de que la tarea consiste en la contribución a la formación de niños y jóvenes. Ellos serán los protagonistas, como seres creadores, de la consolidación de la obra revolucionaria llevada a cabo en este siglo, fundada en los más altos valores alcanzados a lo largo de nuestra historia
Esta situación nos impone actuar con destreza, creatividad y de manera científica en la preparación de niños, adolescentes y jóvenes, para que puedan enfrentar con éxito el valor y el modelo globalizado económico cultural y educativa que hoy pretende venderlo el primer mundo.
Podemos afirmar, llegados a este punto, que vamos a establecer unas pautas de actuación clara y sencilla para los árbitros, pautas que puedan ser asimiladas y aplicadas sin excesiva complicación.
El arte de arbitrar depende grandemente de variantes humana, es bueno o malo, de acuerdo al grado al cual cada individuo tenga combinaciones favorables de estas variantes, junto con un entendimiento inteligente de la aplicación de las reglas. Aquí hablaremos de las cualidades personales más importantes que a la vez son los factores que ayudarán a proveer al potencial de su presencia. “La relación entre árbitro y jugador” y “Buenas relaciones públicas”, si se desarrollan y aplican con arte.
Las siguientes cualidades se enlistan en el orden de su importancia y en orden inverso del control que tiene el individuo sobre cada cualidad.
Una relación personal que crea amistas y confianza no es antagonismo, es esencial para un control satisfactorio del juego. Se observa una relación armoniosa entre jugadores y árbitros sin saber exactamente como nació. Algunos árbitros lo han logrado por tácticas estrictas al empezar el juego, otros por medio de una actitud severa y firme, pero a la vez cortés y amable, y aún otros, por medio de un acercamiento cálido, placentero. Otros han llegado con un acercamiento autoritario, mientras que otros han sido más humildes y a la vez sinceros. Algunos han introducido temor en el corazón de los jugadores, pero con eso se han ganado su respeto.
Aquí nuevamente debe decirse, que los acercamientos correctos y adecuados deben encajar en la ocasión. Es decir del árbitro y su inteligencia, descubrir en cada juego cómo debe acercarse a los jugadores e influir de manera que el juego se lleve de acuerdo con las reglas que él tiene la obligación de hacer respetar. Algunos árbitros han utilizado un acercamiento correcto y adecuado que debe encajar en la ocasión. También cada individuo debe seguir el método que mejor le encaje en su propia personalidad.
El árbitro que a través de la influencia de su presencia hace que los jugadores eviten las violaciones de las reglas, ha logrado perfecta relación con el juego. Su influencia se siente, pero el no se nota.
Probablemente no haya una simple regla o características personales, las cuales cada oficial debe tener para lograr el acercamiento hacia esta relación. Ni tampoco es necesario que haya un patrón fijo. Así mismo, no hay dos juegos o situaciones iguales.
El árbitro por alguna combinación de características y a través de algún patrón que puede variar de juego a juego, crea una influencia que hace que los jugadores eviten la infracción de las reglas. Se establecen la confianza y la cooperación de alguna manera, los jugadores parecen darse cuenta que hay alguien que está cumpliendo con su trabajo, que está en el lugar correcto, en el momento correcto, que es justo, que es consciente, que entiende y siente el significado de cada situación.
El desarrollo de la educación en valores en los árbitros debe ser dirigido a través del Proceso Deportivo Educativo teniendo siempre presente la comunidad donde vive el arbitro, pues no se forman espontáneamente, sino mediante un sistema organizado de influencias donde el hombre como sujeto y objeto de la actividad y jugando el rol del eje fundamental de dicha transformación que es el centro del proceso.
Consistencia
Es la virtud más grande que un árbitro puede poseer. Si la decisión y ejecución de un árbitro son las mismas bajo las mismas o similares circunstancias, los jugadores pueden ajustar su juego al
que está señalando el árbitro. Podrán sorprenderse y confundirse momentáneamente, pero cuando descubran que el árbitro sigue en sus procedimientos, pueden reorganizar su tipo de juego y continuar la contienda con confianza. Por el contrario, si el árbitro está fluctuando sus métodos y decisiones, desbarata el juego o nivel de un equipo y mantendrá a los jugadores nerviosos o molestos emocionalmente por lo que su efectividad se pierde completamente.
Cooperación
La habilidad para hacer equipos con otros, (el otro y/o los otros árbitros, los oficiales de la mesa de control) es absolutamente esencial para desarrollar bien el juego, el árbitro debe tener absoluta confianza con sus compañeros y en las tareas previas al inicio del partido, debe ser cortés con ellos y ser claro al dar sus disposiciones. Cada uno debe tener fe en el otro y debe existir la mayor de las armonías. Cada uno debe agradecer el apoyo o ayuda del otro. Deben comprender que no siempre están en la posición más ventajosa para ver la acción, aunque estén más cerca. Debe haber un espíritu de mutualidad y trabajo en equipo para lograr una efectiva administración del juego. Una sonrisa, una seña discreta para nuestro colaborador siempre será bien vista y los demás oficiales comprenderán que estamos atentos a cualquier indicación. Al finalizar el encuentro una cordial y sincera felicitación por la ayuda que nos brindaron
Los valores ayudan a concentrarse
Cuando un árbitro tiene en su trabajo los valores bien arraizado siente confianza, su mente se halla libre para concentrarse en la tarea en cuestión, mientras que, cuando no la tienen, tiende a preocuparse sobre lo bien o lo mal que lo está haciendo o por la aprobación o desaprobación de los demás. La obsesión por evitar los errores debilita la concentración, y hace que el árbitro distraiga más fácilmente su atención.
Los valores influyen en el establecimiento de objetivos
Los árbitros que tienen una preparación en valores tienden a establecer objetivos estimulantes y a esforzarse intensamente por alcanzarlos. Los árbitros que carecen en una preparación en valores tienden a la inclinación a fijar objetivos fáciles y a no emplearse a fondo hasta el límite.
Los valores activa emociones positivas
Cuando un árbitro fomenta en su accionar los valores se siente seguro de sí mismo, es más probable que se mantenga tranquilo y relajado en condiciones de presión, estado mental y corporal que le permite ser más enérgico y asertivo cuando el resultado de la competición está todavía en juego.
Los valores
Que no están arrizados afecta la confianza en el ímpetu psicológico. Los valores en árbitros se refieren a los cambios de ímpetu como determinante y decisivo de